CRIMEN SIN CASTIGO

La idea era magnífica, brillante y transparente.
La tentación era fuerte y deliciosa,
como una golosina en manos de un niño.
La confusión, hizo que unos seres del todo ordinarios
se creyeran genuinamente nuevos y extraordinarios.
Se convencieron de que su misión en el mundo,
no era la de sostenerlo y multiplicarlo,
sino la de moverlo y conducirlo a su propia meta.
La destrucción de lo existente en aras de lo mejor.

El hacha cayó con fuerza sobre la vieja.
No les importó pasar por encima de un cadáver,
de un charco de sangre.
En su interior,
se creyeron Licurgos, Solones, Mahomas y Napoleones.
Eran uno entre 1000 mediocres,
1 entre 100.000 seres corrientes,
eran únicos entre la masa.
No midieron la magnitud de su idea,
la extensión del charco.

Y llegó la caída.
Las piezas vacías no encajaban,
la estructura se resquebrajaba.
Y llegó la fiebre
las vacas flacas.
Y quisieron esconder las pruebas,
arrojar el hacha.

El crimen ya se había cometido y,
enferma en el sofá dejaron a España.
Y llegaron los interrogantes:
¿Eran ellos realmente especiales?
Creyeron que aplastaban a un vulgar piojo,
y robaron sí, robaron mucho;
Un crimen contra toda una generación.
Un crimen contra los derechos básicos.
Un crimen en aras de la privatización.
Un crimen ruin y mezquino.
Un crimen que no quedará impune.
¡Un crimen aun sin castigo!

Y las pruebas siguen apareciendo
y las cabezas siguen cayendo,
y los que siempre fueron amigos
ahora miran hacia otro lado,
y se excusan y lloran en los medios,
 ahora todos quieren ser “Lizaveta”;
víctimas que estaban en el momento
y en el sitio equivocados.

Todos temen el castigo,
pero son orgullosos,
prefieren mentir
a enfrentarse al destino.

¡Cuánta injusticia!
¡Cuánto talento desperdiciado!
¡Cuánta desigualdad!
¡Cuánto crimen sin castigo!.

Pero todo llega.
Caerán como losas en un río,
cubierto con la sangre de los piojos
que creyeron aplastar,
que se alzarán unidos.

Y cuando todo termine
y se cumpla su destino,
cuando se encuentren,
desesperados, consigo mismos,
se arrepentirán,
y se darán por fin cuenta;
¡de que no existe crimen sin castigo!.



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