RUIDO
El ruido depende del silencio del que procede. Cuanto más absoluto es éste mas escandaloso es aquel.
V de Vendetta
Ruido,
ese sonido inarticulado,
tan molesto y tan odiado,
que se mezcla con el ambiente
deformando su estado,
indefenso e inerme.
“Como un cuervo,
haciéndole los coros a un ruiseñor”.
“Como agente tóxico,
irrumpiendo en aguas cristalinas”.
“Como reguero intruso,
en colonia de tranquilas hormigas”.
“Como tinta indeleble,
caída en la obra del pintor”.
Ruido en la calle,
de tráfico, en talleres,
de vendedores ambulantes,
de policía persiguiendo “delincuentes”.
Ruido de ambulancias,
con sus sirenas estridentes
abriéndose paso.
Ruido de gente;
en los autobuses, en el metro,
en los bares y en los trenes.
Gente discutiendo de política,
niños llorando desconsoladamente,
madres intentando sofocar sus lamentos,
súplicas en vagones, de quien nada tiene.
Ruido de altavoces, de móviles,
de puertas cerrándose lentamente,
terminando con ese pitido agudo,
golpeando tus sienes, paralizándote.
Ruido hasta en tu cama,
gritos de un placer creciente,
dos cuerpos desnudos
a lomos de galopantes muelles.
Ruido en tu propia mente,
pensamientos que hablan y hablan sin detenerse,
arrepentimientos cansinos,
gritos depresivos, dolores fuertes.
Ruido como forma de vida,
destroza tu sueño para que te despiertes,
y te persigue el resto del día,
resuelto a ser omnipresente.
Ruido que hace que amemos,
esos silencios intermitentes,
y nos recuerda que el silencio eterno,
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